El diablo cojuelo
Nuestro protagonista, comenzó sus andanzas con mal pie. Vio las tinieblas, a la par que las estrellas, en lugar ignoto, hace más de cinco siglos, tras caer desde los cielos. De espíritu transgresor, ser el iniciador de la rebeldía le acarreó algún percance, pues como él mismo describió, el resto de diablos rebeldes cayeron sobre su persona provocándole su peculiar cojera. Más, no nos equivoquemos, que no es cojo sino cojuelo, y es el más rápido de sus iguales.
Ilustraciones procedentes de la web de Lorenzo Goñi
Cojuelo, es un personaje sin duda singular, pues entre sus múltiples hazañas, hay que destacar la transversalidad, que le permitió pasar de ser protagonista prominente del papel a ser protagonista principal de la vida mágica real. Amante, criado y señor solicitado; mencionado por múltiples cancioneros, conjuros y encantamientos tanto medievales como modernos.
Fue predilecto de las hechiceras castellanas de la primera mitad del siglo XVI, sin que su fama decayese hasta bien entrado el siglo XVII como muestra este conjuro de cierta bruja manchega:
“…Diablo Cojuelo,
traémele luego;
diablo del pozo,
traémele que no es casado;
que es mozo;
diablo de la Quinteria;
traémela de la feria;
diablo de la plaza,
traémele en danza…”
traémele luego;
diablo del pozo,
traémele que no es casado;
que es mozo;
diablo de la Quinteria;
traémela de la feria;
diablo de la plaza,
traémele en danza…”
Su popularidad llegó hasta la Villa y Corte, dónde estaba considerado un buen mensajero, veamos una “solicitud” de la hechicera madrileña Antonia de Acosta Mexía:
“estos cinco dedos, pongo en este muro cinco demonios, conjuro a Barrabas, Satanás a Lucifer a Bercebú al Diablo Cojuelo que es buen mensajero que me traiga a Fulano luego a mi querer y a mi mandar.”
Esta enorme fama provocó que fuese objeto de estudio por la ciencia inexacta, llegando algún autor a identificarlo erróneamente con Asmodeo. Muchos “investigadores” posteriores confirmaron tal identificación por el popular método de repetir lo escrito sin someterlo a crítica. Sin embargo, siglos más tarde, Caro Baroja aclaró el error y las raíces del mismo. Suponemos que nuestro protagonista le está agradecido por ello.
Una capitanía de diablos digitales por nuestro amigo enviada, pretende corregir lo escrito en esta bitácora, pues no es menester hablar en pasado de su fama, que goza en nuestros días de excelente salud, a diferencia de lo ocurrido en el caso de su padre literario, Velez de Guevara.
Lejanas melodías en su honor, resuenan en mis oídos, no es sino uno de los múltiples regalos dedicados a su persona, un magnífico álbum de La Musgaña. Incluso los más jóvenes le rinden pleitesía y en su honor, bautizan, si tal cosa es posible tratándose de demonios, a diabólicos grupos de rock castellano. El más rápido de los no mortales, sigue levantando los tejados de la imaginería popular castellana.
¡Larga vida Cojuelo!
Madroño
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